La educación artística a la pedagogía artística en la educación inicial
A mediados de los años setenta, cuando iniciamos la experiencia, nos movía un propósito claro: aportar al crecimiento de los niños, sin dejar que se nos filtraran formas, incluso, sutiles de maltrato con frecuencia presentes en los procesos educativos. En cierta medida, teníamos más claridad acerca de lo que no queríamos hacer, que de la propuesta educativa propiamente dicha. Aún así, confiábamos en nuestra capacidad de construcción de conocimientos y en el espíritu creativo con el que hemos sido dotados todos los seres humanos. Con apenas unas pocas lecturas entre ceja y ceja, pero sobre todo, con la evocación de los momentos de alegría de nuestra infancia en el corazón, sentimos la certeza de que el arte y su aliado indispensable, el juego, serían lenguajes fundamentales para ir al encuentro de los niños. Sentíamos que ellos les permitirían a los niños el asombro, los aprendizajes y el goce necesarios para el soporte necesario para su crecimiento. Confiábamos en el arte como camino que lleva al encuentro esencial consigo mismo, con otros y con el mundo.
El arte en la educación bajo esta antigua concepción, que des-afortunadamente apenas se empieza a superar en nuestro país, ha sido entendida por muchos como una forma de entretenimiento que alegra a los niños, como “manualidad” que sigue moldes dados en cuadernos para colorear, patrones para puntear, cortar, rasgar etc., como estrategia de “motivación” para hacer que los niños ejecuten ejercicios de aprestamiento, con la finalidad de presentar “espectáculos” para exaltar el ego o como lugar de competencia, en el que se destacan unos pocos y se excluye a muchos. Esta misma concepción se ha visto claramente reflejada en los referentes estéticos presentes en la idea de “decorar”, lo que, por demás, es cuestionable, pero, además, por medio de imitaciones de la imagen tan frecuentemente comercializada de lo infantil.
El arte ha estado relacionado con el ser humano desde tiempos muy remotos. Le significó al hombre un modo de expresión y de comunicación, el cual se manifestó en todas sus actividades, porque fue utilizado invariablemente en distintas situaciones. A través de la historia fue evolucionando hasta lo que hoy en día conocemos.
La arquitectura, la música, la danza, la escultura, la pintura y el teatro de las diferentes épocas enriquecen hoy nuestra vida y nos hablan de lo que fue el pasado. El arte se presenta, de esta manera, como un lenguaje universal.
El arte ha sido explicado por filósofos, artistas, psicólogos y educadores, quienes han aportado concepciones muy diversas. Ha sido considerado como un medio para descargar energías; como una actividad placentera; como una forma de evadirse de la vida; como la posibilidad de alcanzar un orden, una integración armoniosa y equilibrada ante elementos contradictorios o ininteligibles de la realidad; como la posibilidad de lograr un aprendizaje emocional motivante o como una forma de cuestionar lo establecido.
Diversas publicaciones han mostrado un interesante análisis de la relación existente entre el arte y el juego. Para el artista, gran parte del placer de la creación consiste en recorrer sus operaciones interiores fundamentales, en exteriorizarlas y en conocerse a sí mismo al objetivarlas.
El arte infantil difiere del arte adulto en que el primero está centrado en el proceso de la actividad artística; mientras que en el segundo, la atención se dirige más al producto que al proceso de la creación.
En ese sentido, el niño no tiene preferencias estéticas, no sabe de escuelas artísticas y está al margen de competencias y valores de venta; el niño sabe de materiales que le agradan o no y que le facilitan expresarse o no hacerlo, no le interesa el dominio de la técnica, ni la trascendencia de sus obras.
El niño atraviesa por determinadas etapas de expresión, especialmente en la plástica, estas etapas están íntimamente ligadas a su desarrollo evolutivo, se presentan en los niños de diferentes culturas con características específicas, según lo explican amplia-mente.
En ese sentido, el niño no tiene preferencias estéticas, no sabe de escuelas artísticas y está al margen de competencias y valores de venta; el niño sabe de materiales que le agradan o no y que le facilitan expresarse o no hacerlo, no le interesa el dominio de la técnica, ni la trascendencia de sus obras.
El niño atraviesa por determinadas etapas de expresión, especialmente en la plástica, estas etapas están íntimamente ligadas a su desarrollo evolutivo, se presentan en los niños de diferentes culturas con características específicas, según lo explican amplia-mente.
Contemplado desde esta perspectiva, el arte aparece como una actividad de vital importancia en la existencia de los seres humanos; como una actividad que posee la cualidad de trascender el momento mismo de la creación, ya que si no perdurara la obra, el trabajo interior del artista lo habrá enriquecido y en cierta forma transformado.
Después de estas reflexiones, pudiera quedar la idea de que el arte es algo tan especial que es privilegio sólo del mundo adulto. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿acaso los niños pueden realizar obras artísticas? ¿Puede llamarse arte al proceso y al producto de la actividad artística infantil?
La respuesta es sí. Y este reconocimiento de la existencia del arte infantil es relativamente reciente. Fue a finales del siglo pasado cuando el artista Cisek, nacido en un pequeño pueblo llamado Bohemia en 1865, se trasladó a Viena y creó en 1897 la primera escuela de arte infantil, en la que, gracias a la indiferencia de las autoridades, pudo emplear libremente sus métodos en la enseñanza artística, los cuales consistían en permitir a los niños expresarse naturalmente y sin trabas.
Ya en este siglo, varios autores,se han abocado a estudiar las características del arte infantil, su relación con el desarrollo evolutivo del niño, la influencia de los adultos en el arte infantil (cómo lo favorecen o cómo lo obstaculizan) y su pedagogía, así como su relación con el desarrollo emocional, social, físico, mental, perceptivo, estético y creativo del niño.
Después de estas reflexiones, pudiera quedar la idea de que el arte es algo tan especial que es privilegio sólo del mundo adulto. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿acaso los niños pueden realizar obras artísticas? ¿Puede llamarse arte al proceso y al producto de la actividad artística infantil?
La respuesta es sí. Y este reconocimiento de la existencia del arte infantil es relativamente reciente. Fue a finales del siglo pasado cuando el artista Cisek, nacido en un pequeño pueblo llamado Bohemia en 1865, se trasladó a Viena y creó en 1897 la primera escuela de arte infantil, en la que, gracias a la indiferencia de las autoridades, pudo emplear libremente sus métodos en la enseñanza artística, los cuales consistían en permitir a los niños expresarse naturalmente y sin trabas.
Ya en este siglo, varios autores,se han abocado a estudiar las características del arte infantil, su relación con el desarrollo evolutivo del niño, la influencia de los adultos en el arte infantil (cómo lo favorecen o cómo lo obstaculizan) y su pedagogía, así como su relación con el desarrollo emocional, social, físico, mental, perceptivo, estético y creativo del niño.
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ResponderEliminarEl paradigma para la formación de las nuevas generaciones se aviva y reconoce en los tiempos actuales en la aspiración de una formación integral sintetizada como contenidos imprescindibles para conocer, entender el mundo y actuar como consecuencias de conductas deseables para el progreso social. En este sentido se debe concebir una educación que admita el derecho a los seres humanos desde sus primeras edades a percibir, valorar y expresar arte como condición social que contribuye a su desarrollo cognitivo, espiritual y axiológico y potencia cultura y conductas creadoras futuras. Este trabajo presenta reflexiones acerca de la importancia de educación artística en la primera infancia, y estudio de la concepción curricular en la formación pedagógica de profesionales para la educación inicia